
Lo que me mueve a escribir no es más que el simple hecho de quererte, a pesar de ni yo misma a veces entender que lo que siento se haga cada día más profundo, en tan poco tiempo.
Eres, quizás, todo lo que yo no pensé que algún día tendría en mi vida. La lógica creo que no explica en este caso lo que hay en mi corazón.
Apareciste delante de mí, y sin mayor consentimiento, decidiste caminar conmigo. En realidad, creo que viniste a desordenar mi vida. Pero no me refiero a ese desorden que causa daños, sino a aquel que te trae nuevos aires, que te limpia el cuerpo, y muchas veces el alma, que te hace tener ganas de empezar nuevas cosas. Ese desorden emocional que te hace creer que aun estás, que aun existes y tienes el derecho y la capacidad de querer, de sentir y de ser feliz otra vez.
Ya lo he dicho otras veces, nosotros no estamos jugando a ser ese príncipe y la princesa perfecta, no estamos jurando amor eterno, incluso ni siquiera a veces parecemos para el resto de las personas, lo que ellos denominan una pareja convencional. Funcionamos a nuestro propio modo, a nuestro ritmo y a nuestros tiempos.
Tenemos nuestro propio modo de manejar las cosas, nuestra propia forma de reirnos, de comunicarnos: tenemos una historia particular y única.
No sé si la vida nos mantendrá por mucho tiempo juntos o si decidirá que tomemos caminos distintos. Sólo sé que en éste momento, eres mi complemento, mi refugio... eres lo que quiero para mí.